Confiar en la pròpia capacitat: el lòbul frontal

Aquesta sèrie de post sobre el llibre de Joe Dispenza, Desarrolla tu cerebro, no pot oblidar el paper predominant que en el llibre s'atorga al lòbul frontal del nostre cervell. Es considera que és la seu del nostre lliure albir, de la capacitat de triar; la qualitat més intrísecament humana i aquella que, si bé nos ens permet seleccionar les experiències que ens porta la vida, ens permet, rotundament, atorgar-les lliurement significat. És a dir, no sempre som lliures d'escollir les circumstàncies a viure, però sempre ho  som d'interpretar-les. Podem triar entre considerant-nos víctimes de les circumstàncies o viure decidint  treure'n profit de les lliçons que ens aporten.
El lòbul frontal és la part del cervell on s'allotja la nostra voluntat, aquella que té la capacitat de posar-hi el nord.
Confiar en nosaltres és confiar en aquesta capacitat. Confiar en nosaltres és reconèixer la seva existència i posar-hi feina en practicar i practicar la constància i l'esperança. El camí del creixement emocional és un recorregut de milers de passes que fem una a una. La voluntat i la persistència formen part de les capacitats que podem alimentar, concentrant-nos, centrant l'atenció, visualitzant, meditant... amb l'ajuda del nostre lòbul frontal.

Llegim, doncs,  en paraules de Joe Dispenza el paper que juga en el funcionament del cervell.

El lóbulo frontal y la concentración
Cuando estamos concentrados, cuando prestamos atención o cuando aprendemos con un objetivo en mente y focalización absoluta, el lóbulo frontal impide que nuestro cerebro se ponga a vagabundear en cualquier otro sitio. (Esto es lo que sucede, por ejemplo, cuando meditamos observando un objeto o nuestra respiración).
Para evitar que nuestra mente se distraiga, el lóbulo frontal pasa por alto las señales procedentes del cuerpo que están relacionadas con las emociones y la percepción del entorno. También "baja el volumen" e inhibe el volumen de aquellas regiones de la corteza motora, de manera que cuando prestamos atención o estamos concentrados, tendemos a quedarnos muy quietos. Esto se debe a que las funciones motoras de esa región se aminoran o se detienen; entramos en un verdadero estado de trance, y el cuerpo hace lo mismo.  Ya no existe mente alguna en los centros del movimiento de la corteza motora.  Cuando los circuitos sensoriales se desconectan, dejamos de percibir o sentir el entorno o el cuerpo, ya que no se genera ninguna mente en el área sensorial de la corteza.
Si también dejamos de activar los circuitos de la corteza visual, dejaremos de ver el mundo exterior y nuestros pensamientos pasarán a ocupar el primer plano de nuestra mente. Si no activamos las redes neurales de la corteza auditiva, ya no seremos conscientes de los sonidos, como el de los coches que pasan al lado de nuestra casa. Incluso los centros emocionales del sistema límbico se inhiben. Como resultado, aquello en lo que estamos pensando o en lo que estamos concentrados se convierte en algo más real para nosotros que el mundo exterior.  Cuando esas redes neurales se desactivan gracias a la accción del lóbulo central, dejamos de procesar cualquier nivel mental o percepción en esa región del cerebro y, por lo tanto, dejamos de ser conscientes del cuerpo, del entorno e incluso del paso del tiempo.
El lóbulo central también controla otras partes del cerebro para impedir que la mente se traslade a recuerdos y asociaciones, a otros pensamientos o a estímulos externos que no estén relacionados con lo que nos traemos entre manos. Por ejemplo, reprime el papel asociativo del lóbulo temporal para evitar las imágenes y las emociones asociadas que no estén relacionadas con el centro de nuestra atención.
Pongamos que decidimos concentrarnos en cambiar los pensamientos  y actitudes relacionados  con las quejas constantes y los agobios de nuestra hermana. El lóbulo frontal es la región  del cerebro que se encarga de emparejar nuestros pensamientos con nuestro objetivo inicial y que nos impide apartarnos de nuestro camino. Así pués, éste lóbulo comienza a reunir datos para hacernos pensar en cómo queremos comportarnos en función de nuestras pasadas experiencias y nuestros conocimientos filosóficos. Nuestro objetivo comienza a cobrar vida cuando nos concentramos (cuando tenemos una intención clara).
Pero ¿qué ocurriría si empezamos a pensar en nuevas formas de acercarnos a ella y a establecer asociaciones en nuestra mente que están relacionadas con nuestra hermana pero que no tienen nada que ver con nuestro objetivo? En cuestión de momentos nuestra mente pasa de reflexionar sobre cómo vamos a pensar y a comportarnos cuando estemos junto a ella a recordar que ella siempre nos echa la culpa de todo lo malo que le ocurrió cuando éramos niños. La bicicleta que compartíamos y por la que nos peleábamos, el día que nos caímos de la bicicleta, el recuerdo del tiempo que pasamos en el hospital, el helado que nos trajo el tío Frank; dónde estará el tío Frank ahora... ya te haces una idea. Tu objetivo original era cambiar tu forma de comportarte con tu hermana y, de repente, te ves comiendo helado con tu tío Frank
Es el lóbulo frontal el que evita que nuestra mente se traslade a circuitos y recuerdos asociativos que nos alejan del proceso mental inicial. Si tenemos la fuerza de voluntad suficiente como para mantener una imagen en mente "el jefe" (el lóbulo frontal)  impedirá que esa imagen se desvanezca. Y lo consigue disminuyendo las señales cerebrales que proceden del cuerpo, del entorno y de la percepción del paso del tiempo. Los científicos llaman a esto disminución de la relación señal-ruido. Nosotros lo llamaremos disminución del volumen de los estímulos externos.
En el caso de una persona que sufre un estallido emocional ante una complicación insignificante, las señales que le envia su cuerpo son tan estridentes y perseverantes que el lóbulo frontal no puede aferrarse al objetivo principal; las substancias químicas asolan el cuerpo y el cerebro y el sistema nervioso autónomo toma el control para satisfacer las demandas corporales.
Sin embargo, el lóbulo frontal puede convertir un pensamiento en algo tan importante que todo lo  demás deja de existir. La imagen mental ocupa nuestra atención consciente hasta tal punto que el mundo exterior parece desvanecerse. Si fuéramos capaces de utilizar las habilidades de nuestro lóbulo frontal, volviendo al objetivo que nos habíamos planteado de mejorar la relación con nuestra hermana (es decir, retornando al objeto de nuestra atención todas las veces que sea necesario...) , podríamos dejar a un lado las distracciones y el mal comportamiento de nuestra familia y llevar a cabo aquello que necesitamos. Los demás pensamientos sobre nuestra familia y los acontecimientos recientes dejarían de existir en cierto modo.
El lóbulo frontal y el libre albeldrío
El lóbulo frontal nos permite realizar elecciones conscientes basadas en nuestra capacidad para "elegir lo que queremos elegir" y no basadas en la memoria.
Cuando realizamos elecciones basadas en la memoria no utilizamos mucho el lóbulo frontal. Sin embargo cuando tenemos que pensar y elegir una alternativa que no se encuentra entre nuestros recuerdos el lóbulo frontal funciona a pleno rendimiento. Las investigaciones han llevado a cabo experimentos que demuestran que el lóbulo frontal está más activo en la toma de decisiones por propia voluntad.
... Elegir una situación familiar, rutinaria, común y conocida requiere una actividad mínima en el lóbulo frontal. Así pues aunque tal vez creamos que tomamos una decisión no elegimos más que aquello que ya sabemos, y eso no es verdaderamente una elección voluntaria.,
...Cuando el lóbulo frontal  no está activo sólo podemos responder a lo que sabemos y ya está almacenado en nuestro cerebro, y siempre elegiremos lo que sabemos. Creemos que elegimos, peor en realidad no hacemos más que utilizar mecanismos de respuesta automática diseñados para crear un alivio y una gratificación inmediatos. En ese caso, pues, nuestras respuestas emocionales (ésas tan repetitivas, rutinarias y predecibles, esas a las que somos adictos) son un producto del aletargamiento del lóbulo frontal. Si el lóbulo frontal se duerme, nosotros también.
Tan sólo cuando imponemos deliberadamente nuestra voluntad a través del uso del lóbulo frontal alcanzamos la calma y el control necesarios para romper el ciclo de respuestas químicas y neurológicas que gobiernan y estipulan la mayor parte de nuestra personalidad.


En conclusió, ensinistrar el nostre lòbul frontal a travès de l'atenció plena, la meditació, "el repaso mental" i altres tècniques, ens prepara per Confiar en la nostra  capacitat de crèixer, de governar la nau de la nostra ment.    Confiar en nosaltres, pot ser un acte voluntari i una estratègia de treball conscient.

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